Portada de la obra Cielos extraños sobre Berlín Este.

Los trabajos sobre el bien y el mal, el conflicto, las luchas o la superación a base de esfuerzo son numerosos. En cambio, los trabajos donde la fraternidad política y la comprensión de dan cita, son escasos. Estamos, por lo tanto, ante una de esas joyas exclusivas y extrañas (tal y como también indica el título de la obra), que no podemos dejar pasar. Un trabajo publicado inicialmente por BOOM! Studios, en los Estados Unidos de América, y por Planeta Cómic en España.

La Segunda Gran Guerra supuso una profunda herida y transformación en el viejo continente. Si empezamos a cavar en nuestra historia reciente, podremos comprobar que, a raíz de este gran conflicto, emergieron multitud de pensadores con un potencial sobrecogedor. Esto es algo frecuente, puesto que cuando estamos ante graves carencias nuestro ingenio se ve profundamente incentivado para sobrevivir. Además, como también mostraron muchos de los numerosísimos pensadores de aquel momento, la fraternidad política también comienza a ser un elemento estructurador de las relaciones humanas.

Este último elemento es la bisagra semiótica en la que está engranada la historia que nos ocupa. Ahora bien, que nadie piense que la historia es sumamente rompedora o subversiva. Desde luego, no del todo. Como he dicho introduce un elemento sumamente interesante: la fraternidad política, pero enmarcada en un discurso general un tanto convencional. En caso contrario, posiblemente, no hubiera funcionado.

La obra se enmarca en el subgénero de espías, donde un agente estadounidense está infiltrado en la inteligencia de la Alemania Oriental. Como resulta evidente, el código bueno/malo está establecido de manera tradicional; sin sorpresas. A medida que la obra va avanzando nos vamos adentrando, paso a paso, en la mente de este agente. Los actos cometidos y sus consecuencias son pequeños roces en su mente que, antes o después, terminan abriendo una herida.

Cuando vemos que tenemos una herida podemos eliminar aquello que nos hace daño o aceptar esta realidad. Esto último parece ser la decisión del protagonista de la obra. Lo que abre una puerta a un mundo utópico, dentro de un contexto oscuro y opresor. Evidentemente, cada elección tiene consecuencias y esta no es una excepción. De hecho, cuando aceptamos no eliminar aquello que nos perturba, eso puede terminar destruyéndonos. Es un riesgo que se puede pagar, desde luego.

Jeff Loveness nos obliga a reflexionar sobre la opción que estaríamos dispuestos a llevar a cabo. En este sentido, la obra se enfrenta al mundo extremista en el que nos encontramos. Incluso nos hace plantearnos sobre si, realmente, tenemos razón o no cuando defendemos una ideología o un modo de vida. De hecho, como indiqué al principio, la obra me ha recordado a los trabajos de Àngel Puyol, catedrático de ética de la Universidad Autónoma de Barcelona. Hemos ensalzado la bandera de la libertad. ¡Por supuesto! Hemos apostado por la igualdad. ¡Claro! Pero nos hemos dejado en el cajón a la fraternidad política. Parece que hemos ido construyendo una sociedad en la que ya no podemos comprender y valorar al que tenemos en frente.

La coda final que nos muestra Loveness es que, incluso en situaciones complejas y difíciles, sí podemos hacerlo. Sin importar lo que eso implique. Quizás ese posible acto de fraternidad permita cambiar un poco la realidad actual. Nadie lo sabe.

Cielos extraños sobre Berlín este es una obra magistral, narrada desde el interior de la mente del protagonista. Dicha narración, además, se conjuga con una narración visual con cierto influjo de Minhola. Un trabajo complejo, repleto de matices, con una carga emocional muy marcada, sin emplear, para ello, las expresiones faciales sino jugando con los colores y la narración visual. A su vez, está asentada en el uso de ciertos elementos surrealistas que, en cierto modo, enlazan el trabajo con Breccia (aunque salvando las distancias).

Por Juan R. Coca