Mariko Tamaki ha construido una de las mejores historias recientes sobre este personaje.

Hace poco escribí, en la revista Librújula, sobre algunos aspectos sociales relacionados con el personaje de El Joker. El mundo del cómic encuentra, en la estructura social, multitud de elementos simbólicos y narrativos útiles para la conformación de sus obras. Harley Quinn: cristales rotos, publicada por la editorial Hidra, es un ejemplo perfecto de lo que acabamos de indicar.
En este trabajo, Tamaki subvierte buena parte de la significación clásica de los personajes. De hecho, todos los protagonistas (principales o secundarios) son mostrados de un modo especialmente interesante. Digo esto ya que son perfectamente reconocibles, pero -como he dicho- también subversivos. Identificables, puesto que todos muestran las características básicas que, supuestamente, conforman la personalidad de cada uno de ellos. Ahora bien, todos presentan elementos innovadores. Por desgracia no puedo entrar a analizar estas cuestiones con detenimiento, ya que destrozaría la obra. No obstante, creo que sí puedo mencionar algunos elementos que darán idea de la brillantez de esta obra.
Quinn es mostrada como una joven adolescente, este hecho hace que el carácter alocado, típico de su representación, sea realista. En numerosas ocasiones se ha interpretado este carácter alocado con una especie de construcción absurda del personaje. En esta ocasión, esa inconsciencia es algo típico de la juventud. Además, no es representada como una “payasa” que desarrolla un humor carente de sentido. En esta ocasión su vestimenta de payasa tiene sentido, está basada en una opción personal del personaje. No es algo que simplemente aparece en la obra. A su vez, Quinn no es mostrada de un modo hipersexualizado (esto también sucede con Ivy).
La obra, por lo tanto, busca ahondar en una conformación seria y profunda de estos personajes. Se aleja de visiones superficiales, sexualizadas, estereotipadas y machistas. Sin ninguna duda, a mi juicio, es una obra esencial junto con los trabajos de Dini (su creador). De hecho, exceptuando los trabajos de Dini, no he encontrado ningún otro trabajo sobre Quinn tan potente y tan profundo.
A todo esto, es necesario incluir el trasfondo social, profundamente social, que entrevera las páginas de esta creación. Os confieso que Poisson Ivy es un personaje que me resulta enormemente interesante, pero creo que, en muchos momentos, ha sido mal tratado. En esta ocasión, este personaje es creíble, honesto, sencillo… Ella es también una joven rebelde, una inconformista que quiere cambiar un mundo injusto. Además, ese carácter -como suele ser habitual- proviene de un determinado contexto personal; que es expresado, como tal, por Tamaki.
En la obra, el único que sale un tanto indemne es Bruce Wayne, ya que no es mostrado apenas y la significación que se le da es positiva. El resto, en cambio, han sido dados la vuelta y reestructurados. Todos se han convertido en sujetos afectados por las brechas sociales y por el ejercicio del poder para obtener dinero. Este es el elemento interpretativo fundamental de esta gran obra. Un trabajo con una narración visual de gran calidad y con aire, nuevamente, realista.
Por Juan R. Coca