Portada de Shangri-La

Cuando vemos que una obra encadena una edición tras otras, algo sucede con ella. Veamos qué es…

Mathieu Bablet publicó en el año 2016 una obra llamativa, con una estética manga y con ciertos elementos simbólicos orientales. La obra, no obstante, está conformada desde una narrativa universal y sin demasiados elementos culturales concretos. Además, introduce elementos interculturales en la apariencia de los personajes.

La obra está presenta diferentes ritmos, en su narración, que ayudan a transmitir al lector sensaciones y emociones diferentes. En este sentido, me recuerdan a los trabajos de Stanley Kubrick (creo que Bablet hace eso de manera intencionada) y la serenidad trágica de ellas. De hecho, hay diferentes viñetas “vacías”, que logran transmitir cierta desolación y soledad. Además, entre las páginas 13 y 16 usa un recurso narrativo muy sugerente empleando, para ello, la imagen de un amanecer.

Estos comienzos poéticos y, como digo, trágicos, nos abren la puerta a la narración principal de la obra. En ella, se nos muestra un mundo distópico y planetario. Ahora bien, la realidad que se nos muestra no es tan descarnada como la mostrada por Enki Bilal en La feria de los inmortales o tan decadente como Blade Runner. Shangri-La recuerda está más cerca del trabajo 1984 escrito por George Orwell y adaptado al cómic, recientemente, por Fido Nesti.

En Shangri-La veremos una sociedad alejada de su planeta y feliz gracias a la posibilidad de consumir productos tecnológicos. Este elemento narrativo tampoco es nuevo, en el mundo feliz de Aldous Huxley ya nos hablaron de él ¿verdad? La virtud de esta obra está en la correcta combinación de todos estos elementos y la incorporación de algún otro relacionado con la visión negativa de la experimentación científica y tecnológica.

Además, también se introducen elementos sociales de gran interés, fruto de la incorporación de diferentes colectivos sociales. Ellos permiten estructurar esa pequeña sociedad que se muestra en la obra y los conflictos simbólicos y raciales derivados. A su vez, también muestra elementos vinculados al uso de los medios de comunicación y a la manipulación. Una interesante combinación que funciona muy bien como crítica social a nuestro mundo. Crítica que, por otro lado, podría ser interpretada como una huida tecnológica del mundo físico en el que nos encontramos.

En definitiva, Shangri-La es una obra poco innovadora, pero muy bien construida. Cuando uno se adentra en ella, comprende las cinco ediciones que lleva tras de sí. Su narración escrita es ágil y no se hace pesada, los elementos que pretenden generar impacto en el lector, lo consiguen con soltura. La narración visual es francamente interesante, aunque la expresividad de los personajes no es sobresaliente. Lo único que no me ha gustado es el color, los cambios parecen intencionales, aunque cuando uno va al detalle, observa que eso no es del todo así.

Sea como sea, es una obra muy recomendable para todos aquellos que les guste la ciencia ficción con elementos sociales y, en cierto modo, políticos.

Por Xiana Martín