
Second coming (Planeta) es una obra innovadora repleta de multitud de matices, que podría llegar a pasar desapercibida.
Rüdiger Safranski en su fantástico ensayo El mal o el drama de la libertad comenta sabiamente que el problema del individualismo que aqueja a la sociedad actual, nació en el momento que la deidad se hizo una y le hablaba directamente a cada persona. En este sentido, la religión es -de un modo u otro- una de tantas construcciones humanas. Evidentemente, esto no quiere decir que la fe no exista o que la deidad en la que cada uno crea tampoco. Lo que se pretende afirmar es que lo que llamamos religión, el fenómeno humano y los comportamientos propios, son construcciones sociales. Por esta razón, los diferentes elementos que componen la religión son paradójicos (como lo que acabamos de indicar).
Mark Russell ahonda en estas premisas y nos muestra la manera en que la interpretación humana opera en su historia. Así mismo, también nos enseña la dificultad que tendría la segunda venida de Jesús. Este fenómeno no sería comprendido en un mundo como el actual. Más, si cabe, si en dicho mundo vive un superhéroe semejante a Superman. En este sentido, Russell muestra, claramente, que el mundo de los héroes de los cómics son parte de la mitología actual de la cultura popular.
En línea con esto, cabría una reflexión sobre el poder en la actualidad, sobre la libertad y, por supuesto, sobre el afecto como herramientas de construcción de la sociedad. Cualquiera de estos tres elementos de la tríada puede ser hipertrofiado. Ahora bien, como se nos muestra en la obra, esto no termina yendo por un buen camino. Por esta razón, el cómic se aleja de perspectivas de carácter individualistas (algo poco frecuente en el mundo comiquero) y de adentra en un enfoque de carácter colectivo.
Evidentemente, toda obra necesita que nos identifiquemos, de un modo u otro, con los personajes. En este sentido, la historia de Sunstar (el héroe popular) es la que nos va a atraer más. Este personaje vive una serie de conflictos interiores, fruto de su labor como superhéroe y extraterrestre. Además, tiene una serie de problemas personales que también le plantea dificultades en su vida cotidiana. No puedo contar más para no destripar la historia. Ahora bien, desde luego, estos elementos planteados son francamente chocantes y, en cierto modo, desconcertantes.
Por otro lado, la gran deidad, representada (como no) por un anciano con barba, presenta muchos de los elementos típicos de las deidades griegas. Esta estrategia creo que pretende mostrar, en suma, que la religión católica está también enraizada en las creencias helénicas. En este sentido, el padre de Jesús es juguetón, emocional y guiado por sus pasiones. Lejos queda la idea de una deidad omnisciente con capacidad para ver más allá de lo inmediato. Ahora bien, pese al planteamiento rupturista de Mark Russell, la obra termina siendo un canto al capitalismo actual y al hedonismo de la sociedad de la diversión superficial.
Por último, vamos a adentrarnos en la narración visual. El trabajo es adecuado. Se mueve entre las viñetas más indefinidas y “sucias”, y entre las viñetas más claras y detallistas. Este juego funciona muy bien para mostrar diferentes elementos narrativos. Por otro lado, el carácter de la narración visual es propio de los cómics de humor. En este sentido, las expresiones son bastante marcadas y, en algunas ocasiones, buscan resaltas los elementos humorísticos de la obra. Así mismo, vemos que se van conjugando viñetas de tipología humorística, con otras típicas de los cómics de superhéroes. Esta mezcla de narraciones funciona bastante bien y no genera discrepancias muy marcadas. Resulta más chocante cuando se cambian de viñetas definidas a otras menos claras sin que este cambio tenga sentido narrativo claro. A mi juicio, este elemento, que se repite en varias ocasiones, desluce un poco el trabajo final.
De cualquier modo, estamos ante una obra sugerente. Un trabajo que, como indiqué al comienzo, podría llegar a pasar desapercibido por la sensación de pensar que esta obra es religiosa. No lo es. Tiene elementos de la religión, desde luego; pero no es una obra religiosa.
Por Juan R. Coca