Portada de Grandes de lo macabro (Aleta).

Una edición de gran calidad, nos vuelve a traer el trabajo excepcional de Joan Boix.

Las representaciones de lo macabro en el arte se adentran en la historia de la humanidad. De hecho, en el Medioevo sabemos de la existencia de un género artístico denominado “Danzas de la Muerte” en la parte final de este gran periodo de la historia. En dicho género, la muerte tenía una importancia inusitada. Al fin y al cabo, recordemos que la peste asoló al continente europeo y supuso un impacto social tan enorme que la cultura se hizo eco de ella.

Evidentemente, como suele suceder, este género cambió o se diluyó en otros. Lo que parece claro es que el interés por la muerte no ha cambiado. De hecho, en el Barroco son habituales las representaciones pictóricas y naturalizadas de la muerte. En el siglo XIX conocimos un gran impacto de lo macabro en autores como, por ejemplo, Charles Baudelaire. En el siglo XX ya nos encontramos con autores tales como Lovecraft o Kafka, que han jugado, magistralmente, con lo macabro. Ahora bien, este arte de lo macabro ha cambiado, desde aquellas danzas de la muerte.

En la actualidad, lo macabro hace referencia a una visión negativa de la muerte y de la fealdad vinculada a algún elemento narrativo que pueda generar muerte. De acuerdo con esto, habría una vinculación con lo estético y no tanto con lo tanático. Bueno, realmente con una especie de depuración cultural de la muerte.

Pues bien, recientemente la editorial Aleta ha publicado la obra Grandes de lo macabro. Un trabajo firmado por uno de los creadores españoles más relevantes de finales del XX: Joan Boix. Concretamente esta obra es una compilación de trabajos publicados a finales de la década de los setenta y comienzos de los ochenta. En la compilación se mezclan trabajos originales y adaptaciones de autores reputados y reconocidos tales como Franz Kafka, Arthur Conan Doyle, Edgar Allan Poe o Lovecraft. Además, también se incluyen versión de La cruz del diablo de Bécquer o El hombre que ríe de Víctor Hugo.

Boix logra inquietar como pocos. Esto lo logra conjugando una narración escrita clásica, con una narración visual elegante y cuidada. A su vez, Boix introduce magistralmente un elemento que tiene voz propia: el silencio. Este recurso narrativo sorprende y te encoge el corazón, logrando impactar en el lector. En prácticamente todas las historias utiliza, Boix, este mecanismo para lograr que el lector profundice emocionalmente en la historia.

Así mismo, también utiliza, en menor medida, el erotismo femenino como elemento de contraposición. En este sentido, Boix es un ejemplo paradigmático de esta concepción de lo macabro como vinculado a lo estético. Gracias a las imágenes de mujeres hermosas y a sus cuerpos desnudos, logra generar un contrapunto con las visiones más desagradables. Evidentemente no es una estrategia innovadora, por supuesto, pero Boix logra hacerlo de manera excepcional.

En definitiva, estamos ante un trabajo complejo y repleto de matices. Una obra editada con gran calidad, por Aleta, en la que se hace notoria la capacidad narrativa de Boix. Dicha capacidad es tan grande, que estas obras son esenciales para todos aquellos interesados en cómics de calidad. Todavía más, si cabe, si uno tiene interés en el producto estatal. Por último, y para dejaros pendientes de un próximo artículo, creo que existen ciertas concomitancias entre esta compilación y un reciente trabajo de Gaiman.

Por Juan R. Coca