Neil Gaiman es uno de los grandes narradores del cómic de los últimos tiempos. Ha recibido multitud de premios y, paulatinamente, publica trabajos que reciben el aplauso de público y crítica. En esta ocasión, Planeta publica Historias probables, un conjunto de pequeños relatos en los que el autor nos intenta mostrar, desde una perspectiva de carácter realista, unas obras con aire macabro o fantástico.

Portada de Historias probables.

En esta pequeña obra nos encontraremos con historias curiosas, por lo menos, y, desde luego, alguna francamente siniestra. Esta última es, precisamente, la que me he parecido más brillante por su relación con lo macabro y con otros autores como Joan Boix. Los relatos se adentran en los recovecos de la psique humana, de un modo u otro. De hecho, la historia centrada en la obsesión por una modelo, es uno de los mejores ejemplos de ellos.

Ahora bien, en esta ocasión Gaiman no termina de convencer. La obra, por lo menos esta es mi impresión, pretende resultar chocante y, como digo, introducir al lector en diferentes aspectos psicológicos. En este sentido, el creador juega con la perplejidad que pretende generar en el lector, y con el desarrollo del personaje, dentro de la propia narración. He aquí el problema que encuentro en la obra. El desarrollo de los personajes, en la mayoría de los casos, deja al lector frío, no logra que se introduzca en la obra y, por eso, tampoco logra el objetivo que parece tener este compendio de breves narraciones.

Soy consciente que no he podido evitar comparar la obra con Grandes de lo macabro, firmada por Joan Boix. En esta segunda, la profundidad de las historias y la visión perversa de los personajes está muy bien desarrollada. En el caso de Gaiman, este proceso queda incompleto. Posiblemente se ha optado por un discurso más comercial que permita un incremento del público receptor. Ahora bien, la obra se ha convertido en un trabajo menor de este gran autor.

Historias probables queda lejos de otras obras de gran calidad tales como Estudio en esmeralda o Nieve, cristal, manzanas. Menciono estas dos, ya que su tipología es semejante. Es decir, obras con un tamaño pequeño, condensado y con pretensión de subversión. Las dos últimas, efectivamente, lo consiguen magistralmente. La primera, no tanto.

Sobresale un elemento llamativo en la narración visual, firmada por Mark Buckingham. La estructura visual está conformada por pequeñas viñetas, muchas de ellas sencillas, que tienen por objetivo asentar un guion racional y prolijo. Esto logra que una obra con pocas páginas se perciba con mayor contenido y densidad. Recuérdese que las viñetas pequeñas ralentizan la lectura y permiten introducir más narración escrita. Este mecanismo está bien construido, pero la narración escrita se va por vericuetos superficiales.

Por Juan R. Coca