Portada de Folklords.

Kindt es uno de los autores prominentes del mundo del cómic estadounidense. De hecho, ha participado en obras tan relevantes como Ether, The Valiant, Black Hammer, entre otras. Sus creaciones suelen tener cierto carácter inquietante e, incluso, coquetea con elementos macabros. En esta ocasión, el creador estadounidense plantea una obra que parece romper con esta dinámica que le ha caracterizado en otras obras. Aunque, como veremos, sigue fiel a su estilo.

Esta ruptura ha hecho que algunas personas nos hayamos alejado, en principio, de este trabajo. De hecho, lo tuve multitud de veces en mis manos, pero no logró atraerme lo suficiente como para ponerme a leerle. ¡Menudo error!

Folklords es una obra magnífica, bien construida y sumamente adictiva. Gracias a la editorial Planeta, que no deja de publicar obras realmente destacadas, podemos disfrutar de ella. Al poco de comenzar me atrapó y no pude parar de leer. Su planteamiento narrativo se asienta, como he indicado en numerosas ocasiones, en el uso de la subversión como pilar básico. En este sentido, la obra conjuga la tradición y la innovación. Tradición asentada en los cuentos tradicionales, pero reinterpretados desde una visión actual y más cosmopolita. Ahora bien, la innovación no es planteada desde una perspectiva propia de un héroe con una capacidad sobresaliente para percibir la realidad. No. La innovación es conformada desde el interior, la inteligencia y la emoción, de los protagonistas.

La tradición está representada en una visión un tanto maniquea del conocimiento. Al fin y al cabo, los enemigos son bibliotecarios que oprimen, con su conocimiento, a las visiones más jóvenes y rupturistas. Este juego, evidentemente, es tradicional en su utilización narrativa, pero también en la conformación típica de las obras posmodernas como la que estamos comentando.

Por otro lado, la obra mantiene ciertos guiños a lo macabro, pero interpretados desde una perspectiva más afectiva y amigable. Esto hace que la obra tenga cierto carácter dulce, aunque combinado con este recurso a la fealdad. Posiblemente sea una exageración, pero esto ha hecho que, en varios momentos, recordase a los trabajos de Mike Mignola. Al fin y al cabo, este autor es quien mejor ha combinado la dulzura y lo macabro.

Folklords, en cierto modo, recuerda a algunos elementos clásicos de la narración juvenil. Un protagonista creíble y próximo, cuyos valores e inocencia lo convierten en adorable, combinado con unos enemigos enigmáticos y peligrosos. ¿Os recuerda algo? Desde luego, en mi cabeza resuenan las obras de Michael Ende.

El apartado gráfico está firmado por Matt Smith y está, francamente, bien construido. Las viñetas permiten una lectura sosegada, que acompaña a una obra con cierto carácter racional como esta. El tamaño del cuadro no suele ser amplio y se opta, en buena parte de ellos, por planos cortos. Ello hace que tome una especial relevancia el rostro de los diferentes personajes y la expresión de sus emociones. Algo que enlaza, adecuadamente, con la intención de la narración escrita. La narración visual no es compleja, al contrario, se tiende a la sencillez expositiva.

El final de la obra abre la puerta a futuras partes, aunque también permite una lectura alternativa y, potencialmente, conclusiva. De cualquier manera, estamos ante una obra subversiva, innovadora y tradicional. Un trabajo notable que no debería ser obviado.

Por Juan R. Coca