
La clásica obra de Robert Luis Stevenson publicada a finales del XIX fue reactualizada en 2009 por Santiago García y Javier Olivares. La obra de Stevenson se mueve entre el terror, la psique y, por supuesto, el hilemorfismo clásico. Este juego narrativo, posiblemente, es el que trajo consigo su éxito y aceptación por el público. La adaptación comiquera también pretende mantener estos tres elementos en un breve trabajo (treinta páginas).
El trabajo de García y Olivares resulta llamativo visualmente. La narración visual combina el impacto emocional, proveniente de los rostros con aire vanguardista, con fondos y complementos visuales con algo menos de entidad. En este sentido, la diferenciación de colores o el uso de las sombras, logra realizar su función adecuadamente para que el lector centre su atención en lo que el creador quiere transmitir.
La representación de Hyde se asemeja, notablemente, al personaje de El Joker. Este aspecto resulta llamativo ya que nos muestra la importancia simbólica que tiene este tipo de personajes en la representación social de la demencia o de la enfermedad mental. En este sentido, la obra de Stevenson parece una vuelta de tuerca al hilemorfismo que tanta importancia tuvo en el Medioevo y todavía permanece en la Modernidad (donde transita la obra).

Por otro lado, la obra está planteada de un modo clásico. La narración escrita suele estar en manos del narrador y no, directamente, de los personajes principales de la obra. Además, ésta se encuentra en cartelas situadas en la parte superior de la viñeta. Todo esto, sitúa al lector demasiado lejos de la obra y hace que éste no termine de entra entre sus páginas. Posiblemente este es uno de los elementos que perjudican más a la obra. El segundo es la brevedad. Digo esto ya que parece que la narración está acelerada o es demasiado rápida. Los acontecimientos se suceden a una rapidez tal que la obra termina cayéndose por entre nuestros dedos.
Sin ninguna duda, lo mejor de la obra es, como ya he indicado, la narración visual y el color. Ella esta estructura de manera muy diferente en función de las páginas de la obra. La primera página es convencional y, de ella, pasamos a numerosas páginas con dos partes. Una con una imagen grande inferior y tres más pequeñas en la parte superior. Otras con una imagen grande en la parte superior y tres más pequeñas en la parte inferior. Una estructura que tiene cierto aire estructurado, pero con elementos que logran introducir cierto caos medido en la obra.
En definitiva, estamos ante una obra visual de gran relevancia, pese a que la adaptación escrita no resulta tan imponente.
Juan R. Coca