
Un estudio de hace años muestra una seductora reflexión sobre esto.
En 2017 Philippe Charlier y sus colaboradores escribieron un breve artículo sobre la muerte social, la melancolía y los zombies. En el trabajo reflexionaban sobre la actividad humana y la muerte, para, posteriormente, hablar de aspectos culturales. Los autores partieron del concepto de muerte social. Una idea francamente sugerente que abre la puerta a muchas reflexiones y estudios.
El concepto de muerte social, según este autor (2015 y 2017), implica que las personas afectadas, de un modo u otro, estarán simbólicamente “muertas”. Esto es, no tendrán capacidad de llevar a cabo actividades sociales debido a procesos voluntarios o involuntarios de separación física y social de la comunidad. Según ellos, los grupos sociales que podrían estar vinculados a esta muerte social son: los pacientes al final de la vida, las personas sin hogar, aquellos internados en instituciones médico-sociales de larga duración, inmigrantes desarraigados, parados de larga duración, jubilados sin actividad, ancianos y presos de larga duración. En definitiva, afirman, aquellas personas que no son reconocidas como miembros de la sociedad.
Sin ninguna duda, la visión que plantean estas personas es dura y, además, está estrechamente relacionada con una visión crítica de la utilidad económica como mecanismo de identificación de esta significación social. Por otro lado, este concepto de “muerte social” también está relacionado con la cultura del zombi o con la exclusión social de las personas infectadas. Recordemos que el interés por el mundo zombi ha sido relativamente grande en el noveno arte. Sin ninguna duda, Robert Kirkman ha logrado coronarse como unos de los principales creadores que han actualizado la visión de estos no-muertos, pero, por supuesto, no es el único.
Desde esta perspectiva parece que la idea que publicamos en esta revista sobre la reactualización de las danzas de la muerte no estaría tan clara. Es decir, la idea de que los zombis son una especie de constatación de nuestra propia finitud, se tranforma aquí en una visión de la tragedia humana fruto de la exclusión social (repetimos, voluntaria u obligada). Pues bien, la cosa no se queda aquí, los autores que hemos mencionado, incluso, consideran que los procesos de transformación de la identidad, tales como la melancolía o la zombificación estarían, de un modo u otro, relacionados con esta “muerte social”.
Una vez más la cultura y, por supuesto, el noveno arte nos conduce a un mundo sorprendente y no tan alejado de la realidad como muchos pudieran llegar a pensar. Sin ninguna duda habrá que seguir estudiando, pero (pese a la crudeza de la idea) todas estas ideas ayudan a pensar la realidad social desde otra perspectiva.
Por Juan R. Coca
Referencias bibliográficas.
P. Charlier, J. Hassin. Social death: ethical and medical anthropology aspects. Ethics Med Public Health, 1 (2015), pp. 512-516
P. Charlier, S. Deo, J. Hassin, C. Hervé. Social death, melancholia, and zombies: same patterns. Med Hypotheses, 101 (2017), pp. 59-60