
Ayer estuvimos hablando, en la revista Culturamas, sobre la violencia en nuestro mundillo y sobre el consabido debate (un tanto anacrónico) de si esta es adecuada o no para lectores jóvenes. Periclitando esta discusión, la cual, por cierto, no ha traído nada bueno al cómic, vamos a hablar hoy de un trabajo firmado por Jason Pearson y publicado en 2013 por Aleta ediciones (aunque vio la luz, originalmente, en 12-Gauge).
Hablamos de Body bags, una obra trepidante y violenta que hará las delicias de muchos de los lectores. En esta ocasión no vamos a desentrañar los aspectos de la obra, simplemente indicaremos que su narración escrita es ágil y su narración visual está repleta de detalles. Estamos ante una obra posmoderna en su narración y en su estructura sumamente divertida y vibrante. Pues bien, en este artículo queremos comentaros algunas ideas surgidas a la hora de pensar en el subtítulo de la obra: “Teorías de la violencia”. ¿Por qué ese subtítulo? ¿Tiene algo de sentido o es un artilugio llamativo? Vamos a ello.
Jason Pearson es un afamado ilustrador que ha destacado, especialmente, por su gusto en los detalles. Debido a esto, suele trabajar con cierta lentitud lo que trae consigo que no sean muy frecuentes sus obras. Además, su carácter ha generado que las editoriales no trabajen demasiado con él. Ahora bien, sin ninguna duda es un creador que ha logrado desarrollar una obra repleta de interés y detalles. Por esta razón, siempre es buen momento para recordar trabajos como Body bags donde Pearson trabaja como autor completo (de ahí su especial interés).
La obra plantea la existencia de un mundo distópico donde la violencia y la dureza en las relaciones humanas es lo cotidiano. La sociedad planteada es sórdida y repleta de agresividad. Ahora bien, no deja claro que esta realidad alternativa implique el consabido juego entre el bien y el mal. Estos aspectos no son relevantes para la narración. Las cosas suceden y los viejos códigos parecen que no operan aquí. En este sentido lo único que tenemos como asidero es la familia. Por supuesto, estamos ante una familia sin estructura convencional y con unas relaciones francamente extrañas.
Body bags es un trabajo en el que se naturaliza la violencia de manera sorprendente ya que, al fin de la obra, deja de resultar más o menos desagradable para aparecer como graciosa. Sin ninguna duda, la utilización de la violencia desmesurada como estrategia narrativa es recurrente. Ahora bien, la mutación de la violencia (gore) en humor e, incluso, la generación de emociones positivas vinculadas a ella es, francamente, poco habitual. Por esta razón el trabajo de Pearson me parece esencial. No tanto por ser mostrado como un elemento de cotidianidad o como un estructurador social (algo que suele ser más habitual), sino por vincularlo con el juego y las emociones positivas.
Pearson, entonces, nos plantea una profunda subversión anticipada de dos elementos que han terminado siendo vitales para la educación: la emoción y el juego. Esto es, en este trabajo se nos muestra como ambos aspectos pueden lograr mejorar el aprendizaje de algo tan perverso como la muerte del otro. En este sentido, la muerte dejaría de ser algo oscuro y trágico, para convertirse en diversión y conmoción. De ahí que, una vez más, nos venga a la cabeza el sociólogo Zygmunt Bauman quien en su genial Modernidad y holocausto nos indicaba, citando a Herbert C. Kelman, que las atrocidades violentas son posibles si la violencia está autorizada, si el rutinaria y si las víctimas están deshumanizadas. Efectivamente todo esto lo vemos en la Body bags, lo que nos lleva a pensar que la propia educación, sino estamos alerta ante esto, podría terminar yendo por los caminos por los que nos conduce Pearson.
Tras todo lo dicho, pienso que estamos ante una obra que, efectivamente, muestra unas teorías de la violencia. Un modo de conformar una realidad en la que la propia violencia podría terminar siendo en elemento educador principal. Evidentemente, todo esto son elucubraciones y posibilidades distópicas, pero nunca está de más plantearse cuáles podrían ser los futuros posibles. Body bags nos ayuda, sin ninguna duda, a reflexionar sobre ello.
Por Juan R. Coca