
En La Revista de Cómic vamos a ir hablando de uno de los principales maestros de la narración visual en el noveno arte. Nos estamos refiriendo, como habrás imaginado, al maestro Alberto Breccia. Este gran creador fue un experimentador incansable, un creador de texturas y sensaciones visuales inigualable. Esto nos parece razón suficiente como para ir mostrando, poco a poco, la obra que actualmente está accesible en España.
Hoy hablaremos de El corazón delator y otros relatos extraordinarios de E. A. Poe. Este trabajo lo publica Astiberri y vio la luz, en la edición actual, en el año 2020. En esta obra se compendian diversos trabajos publicados entre los años 1974 y 1985. Concretamente podremos disfrutar de las siguientes historias: “El corazón delator”, “William Wilson”, “La máscara de la Muerte Roja”, “El gato negro” y “La verdad sobre el caso del señor Valdemar”. Se completa la compilación con un artículo de Cathia Engelbach titulado “De Poe a Breccia. Una cuestión de estilo”, así como el guión y los bocetos de la versión del año 1992 de la historia “La verdad sobre el caso del señor Valdemar” y de la versión de 1980.
En esta obra podremos comprobar la capacidad de innovación del maestro. De hecho, en la primera historia nos encontraremos con unos poderosos oscuros, típicos de la obra de Breccia. Una oscuridad inquietante que nos sobrecoge y nos hace pequeños. Sin duda, la potencia narrativa de esta obra es tan grande que hace que sobren las palabras. Tanto es así que apenas hay narración escrita.
En la segunda historia pasamos al Breccia más impresionista. El creador opta por una pintura intensa, potente en sus trazos. Un trabajo que busca la indefinición para desconcertar al lector. Pareciera que solamente la música de Gardel podría amansar esas sensaciones de desagrado que nos genera la historia. Las caras deformadas, los ojos penetrantes, la violencia indefinida… Ese feísmo deformatorio de la venganza conformado entre negros y rojos.

En las dos historias que vienen a continuación veremos al maestro en su narración globular. Me gusta verlo así. Un conjunto de glóbulos de diversos colores que dan forma a una realidad social repleta de moral y ética. Pareciera que Breccia nos quiere mostrar ese círculo hermenéutico que nos obliga a cuestionar constantemente todo lo que hacemos. El peso redundante de nuestros actos. En esta ocasión, el maestro no aporta un trazo indefinido. La inconcreción proviene de la circularidad. Un modo narrativo de mostrar la realidad literaria que resulta enigmático. No puedo dejar de mirar esos cuerpos inconcretos que, globularmente se entrelazan. Ante ellos, la ética (con sus diferentes formas) nos impele y nos acusa.
En la última historia nos encontraremos con el maestro en su versión más psicodélica. Un trabajo sumamente colorista. Tanto que sorprende. Parece que estamos ante el negativo fotográfico de la realidad. Una narración que, precisamente, muestra el fundamento de la propia historia. ¿Y si la ciencia no es una imagen de la realidad y tenemos que revelarla? El Sr. Valdemar será, con esa cara blanca y ciertamente macabra, quien represente este juego entre la realidad y ese icono imperfecto de la misma. Ante este fenómeno, el icono clama por volver a ser real o por desaparecer.
Unido a esta última historia podremos disfrutar del guión y de los bocetos. Estos últimos veremos que son más “convencionales”, menos llamativos que la obra final. En ellos hay una página donde vemos al protagonista tumbado y en vista lateral. Esta página no fue trasladada a la versión final. Sospechamos que Breccia optó por la repetitividad del primer plano para que aportar mayor impacto visual al espectador. Por último, al comparar los bocetos de la versión de 1980 y la de 1992 comprobamos el gusto de Breccia por la indefinición y por la apertura interpretativa. A mi juicio, el maestro siempre deseaba que el lector terminase de construir su obra con su propia interpretación. De ahí la constante apertura e indefinición en muchos de sus trabajos.
Por Juan R. Coca