Portada de Pudridero 3 (Fulgencio Pimentel)

Pocas obras han impactado tanto como la serie Johnny Ryan y publicada por Fulgencio Pimentel/Entrecomics Comics.

Ryan es uno de los creadores más sugerentes del noveno arte. En su obra Pudridero (Prison Pit según su título original) nos muestra un mundo intergaláctico sumamente sencillo. Es decir, el contexto planteado por el autor no es lo importante. Lo único que importa en esta obra es la acción. De ahí que ni los personajes, ni los personajes son demasiado relevantes. En esta obra el elemento central, como acabo de indicar, es la secuencia de sucesos gore que nos vamos a encontrar a lo largo de las páginas.

La gran virtud de Ryan es introducir multitud de matices en la propia acción. De ahí que la violencia extrema de las viñetas termina resultando en algo irónico e, incluso, poético. Poético como mecanismo metafórico de purga y desinhibición. No hablo de la idea romántica de la poesía. Al fin y al cabo, hablamos de una obra que pretende ser desagradable, pero termina hipnotizando y resultando agradable (gracioso). De hecho, si no fuera así, si no hubiera elementos placenteros en su lectura, nadie leería esta obra. Es exactamente en este punto paradójico donde radica su brillantez.

La obra es profundamente surrealista en la acción, pero muy racionalista en la narración visual. Este elemento se mantiene como constante en las tres preciosas obras publicadas por Fulgencio Pimentel. Actualmente el número 1 ya está agotado, pero esperemos que vea nuevamente la luz. Bueno… dejemos a un lado nuestros deseos y volvamos al análisis. Como acabamos de decir, la acción tiene mucho de surrealismo e incluso de irracional. Todo parece un conjunto de instrumentos que suenan a un tiempo, sin orden ni concierto. No es así. El trabajo de Ryan es tan bueno que la obra mantiene la sensatez y la cordura de un trabajo tan rupturista y extraño.

Página interior

Con mucha frecuencia se nos ha indicado que Pudridero no es nada más que violencia y escatología. Umberto Eco en su Historia de la fealdad nos indica, de un modo u otro, que lo grotesco, lo horripilante, lo desagradable… busca adentrarse en lo que somos, en nuestras características esenciales. Esto es Pudridero. Una historia vanguardista de los elementos que más preocupan a los hombres: la violencia, la supervivencia, el poder, la sexualidad, las relaciones y, por supuesto, la finitud. La virtud del creador es que su imaginación le permite generar multitud de seres espinosos, escamosos, oscuros, babeantes, fálicos que terminan siendo como una sinécdoque de esa intrínseca necesidad de descargar nuestras tensiones.

También es posible que todo esto no sea más que el desbarre de alguien que intenta dar razón a la sinrazón. En este sentido, tendrían razón aquellos que dicen que esta obra es una ópera a la boñiga, a la sangre, a la violencia y a la amputación. Todo ello repleto de falos, tacos y ciertas connotaciones al mundo de las drogas. Al fin y al cabo, cada uno puede interpretar la obra como mejor le parezca.

Por Juan R. Coca