
Jota García es un transgresor que disfruta subvirtiendo elementos culturales y en Pequeña y galana (Unbrained Cómics) lo vuelve a hacer.
La virgen de Covadonga es uno de los iconos culturales de la cristiandad española. Según la leyenda, gracias a su protección comenzó a darse los primeros pasos de las luchas entre los habitantes de la Península Ibérica que profesaban la religión árabe y los que profesaban el cristianismo. Jota García utiliza esta advocación cristiana para convertirla en un elemento propio de la cultura actual. Para esto convierte a la virgen en una asesina sanguinaria que está dispuesta a matar con los artefactos más insospechados y sorprendentes.
El trabajo de Jota es, sin duda, llamativo y sugerente. Nos muestra diversos elementos vinculados a la natalidad y a la virginidad para darles la vuelta y reconvertirlos. En este sentido, el creador opta por una visión naturalista que, por su crudeza, termina resultando especialmente divertida. Además, la configuración narrativa de la obra, dada su claridad y nitidez (recurrentes en los trabajos de Jota García) huyen de perspectivas oscuras y dramáticas.

Pequeña y galana es un trabajo joven y repleto de burbujas. Digo esto ya que, metafóricamente, este cómic es un refresco cuyas burbujas pueden picarnos la nariz, pero también nos agradan. Algunos ejemplos de esto los encontramos en la relación entre Don Pelayo y la propia Virgen de Covadonga, la cual, fruto de tal relación, no puede ser considerada como virgen y simplemente será Covadonga. Y, claro, será ella uno de los personajes principales de una lucha contra árabes.
El cómic que tenemos ante nosotros es una obra underground con aire actual y juvenil. En él se evita el feísmo, pero no se eluden elementos explícitos. No obstante, Jota García utiliza un tópico recurrente de la subversión cultural: romper los elementos religiosos y provocar con dicha ruptura. Pero Jota va un poco más allá y no se limita a eso. Como hemos indicado es un elemento religioso-cultural que imbrica dos aspectos del imaginario fundacional de una determinada conformación cultural española. Ahí está el quid del trabajo, en esa subversión cultural. Por lo tanto, mi recomendación es no quedarse en el primer tópico que se muestra en la portada de la obra y adentrarse en los entresijos culturales que se nos muestran.
Por último, la narración visual está estructurada en función de la acción y con una constante referencia a los tonos rojizos. Este aspecto recupera los elementos simbólicos de este colorido relacionado con la pasión, con la violencia y con el calor. Estos tres elementos, sin ninguna duda, los encontraremos entre las páginas de este cómic. Todo ello configurado de un modo dinámico y repleto de sensaciones. ¡No os lo perdáis!
Por Juan R. Coca