
El maestro Alberto Breccia creó, junto a Carlos Trillo, una obra sensacional donde la imaginación y la cultura se dan la mano. Todos conocemos la importancia que suscitó la metáfora platónica de la caverna. Ese espacio limitado, donde los prisioneros no tenían opciones de ver el mundo que estaba a su alrededor. Platón, en su momento, nos mostró que uno de los prisioneros logró desatarse, ver el mundo que existe fuera de la caverna y, gracias a ello, logra transmitir ese conocimiento a los demás prisioneros. Esta historia muestra como el sabio, el filósofo, a través de su viaje por el conocimiento logra conocer la realidad y transmitirla a aquellos dispuestos a aprender. Esta manera clásica de concebir el mundo está relacionada con la metáfora del cuenco vacío donde ese sabio se convierte en una especie de “contenedor” de conocimiento que se lo va cediendo a los demás. En cambio, Breccia y Trillo optan por una metáfora más posmoderna donde uno construye el mundo a través de sus procesos internos.
Los autores no aportan demasiada información al lector. Eso no importa. Lo único que necesitamos saber es que él siente que va a enloquecer si no logra salir de alguna manera de esas cuatro paredes. En este sentido, el único modo que tiene el personaje de escapar de su prisión es viajando con su mente y sus capacidades internas. Dejadme ponerme un poco “estupendo”, pero la obra me recuerda a la visión cartesiana de la justificación del conocimiento. En esta perspectiva uno tiene capacidad de conformar el mundo gracias a sus propias capacidades mentales y psíquicas.
La construcción del mundo que se plantea en la historia es una conformación retrospectiva. Eso nos hace pensar que la manera fiel de aferrarnos a nuestras capacidades internas es cuando nos centramos en los recuerdos. Sin embargo, el personaje es consciente (cartesianamente) que el sueño también es un elemento que puede desvirtuar esa realidad. Todos estos elementos filosóficos los encontraremos en esta obra donde se compendian diferentes trabajos publicados, en España, en la revista Ilustración + Comix Internacional.
En las páginas de la obra aparece, de forma icónica, el viajero de gris en una habitación imaginaria, toda ella negra, donde las paredes y el suelo serán creadas por nuestra imaginación. Solamente tendremos ante nosotros un poco de luz que entra por los barrotes, también imaginarios, de una ventana. Sin duda es un ejemplo de simbolismo e iconicidad. A parte de este aspecto, también vamos a toparnos con viñetas donde las acuarelas tienen gran relevancia y otras centradas en el uso de lápices. Esto le otorga vivacidad a la obra y dramatismo. Además, las técnicas empleadas van a ir cambiando en función de las historias. De tal manera que veremos que se usa más las líneas al finalizar la obra, mientras que en las historias iniciales importan mucho más ese negro impactante y característico del maestro, unido a las acuarelas vivaces de “1973”.
La obra la encontraremos dentro de la colección que está publicando la editorial ECC. En ella se están recopilando una gran cantidad de las obras del maestro latinoamericano dentro de lo que han llamado “Biblioteca Alberto Breccia”. Sin duda una obra interesante en una colección especial y necesaria.
Por Juan R. Coca