Portada de El prolongado Sueño del Sr. T. (colección Todo Max 12, La Cúpula, 1ª edición 1998).

Pocos autores han logrado hacer obras tan profundas como Max. En muchas de sus obras vamos a encontrar referencias al vanguardismo, unido con elementos de la cultura pop. Además, la capacidad narrativa de este genio convierte sus obras en un deleite para las diferentes mentes que decidan abrir sus libros. ¿Por qué decimos esto? Pues, porque Max logra que sus trabajos sean accesibles a aquellos que se acercan con una mirada entretenida y, si se me permite, algo superficial, pero también para las personas que buscan obras profundas que les hagan fruncir el ceño y reflexionar sobre lo que tienen a su alrededor. Ahora bien, esto no siempre ha sido así. De hecho, Max tiene obras de un nivel de profundidad sorprendente como la que hoy.

Pues bien, vamos a hablar de El prolongado sueño del Sr. T. (Ediciones La Cúpula) una obra que, a mi juicio, conserva la frescura original pese a los años pasados. Cristóbal T., el personaje principal, vio la luz entre las páginas de El Víbora. Con esta serie de historias, las cuales tenían gran unidad, Max rompió un poco la dinámica interna de esta publicación. Las historias enlazan, en cierto modo, con el planteamiento creativo de algunos creadores latinoamericanos tales como Carlos Trillo o Héctor Germán Oesterheld. De hecho, se plantea la obra como una recreación onírica de una alternativa a la realidad. En este sentido, el trabajo también mantiene vinculación con Bardín El superrealista (Ediciones La Cúpula).

Página interior.

A través de las vicisitudes del Sr. T. nos iremos adentrando en la mente del personaje, en sus posibles paradojas internas y emocionales. En este sentido, este personaje podría ser una representación de cada uno de nosotros en una reconfiguración constante de su self ante la realidad social con la que se tiene que enfrentar constantemente. En línea con esto, Max nos sitúa ante una perspectiva freudiana y nos cuestiona. Nos pregunta sobre lo que queremos creer y sobre nuestras propias opciones. Algo semejante a lo que también hizo, en su momento, Kafka en El Proceso.

Max se aleja, por lo tanto, de la crítica social y de adentra en la autocrítica del lector. Evidentemente, en la obra veremos al personaje, sus disquisiciones y sus aventuras. Él tendrá que tomar decisiones, pero la situación irá cambiando constantemente. En este sentido, el uso del recurso narrativo del sueño le permite grandes posibilidades al creador. El coqueteo con el surrealismo resulta creíble y fácilmente aceptable en este contexto. Además, esta estrategia también permite que la obra tenga un marcado carácter posmoderno, pese a que los elementos que estructuran la narrativa son más modernos. Al fin y al cabo, cabe la posibilidad de la duda cartesiana ante lo que está ocurriendo.

El prolongado sueño del Sr. T. es, sin duda alguna, una obra maestra del cómic. Un trabajo que está a la altura de los mejores creadores de nuestro noveno arte. Es un verdadero deleite para la razón y la vista. En alguna ocasión he llegado a leer que la narración visual de la obra no era la más detallista del autor o la de mayor calidad. Creo que, en una obra con este carácter, es necesario un planteamiento narrativo menos detallista y más… digamos, onírico. Un trabajo en blanco y negro, con elementos deslavazados e incluso feístas que le aportan una mayor intensidad a la obra en su conjunto. Una obra esencial.

Por Juan R. Coca